EL FRACASO ESCOLAR

martes, 31 de marzo de 2009

El alto índice de fracaso escolar preocupa cada vez más a toda la sociedad. Entre las causas de este problema se encuentran los distintos cambios del sistema educativo que obligan a continuas modificaciones de los planes de estudios, que no hacen sino despistar tanto a profesores como a alumnos. Además, los expertos indican que otro de los factores del fracaso escolar radica en que los niños y adolescentes, como consecuencia de una educación excesivamente permisiva, no admiten ni la más mínima disciplina y no respetan en absoluto a los profesores, con lo que difícilmente estos pueden impartir sus clases con un mínimo de aprovechamiento para los alumnos. Sin embargo resulta sorprendente que, al parecer, los profesores, siendo uno de los elementos fundamentales del sistema educativo, no tengan la menor responsabilidad en el fracaso escolar. Digo yo que también estos tendrán su parte de culpa en este problema.
Finlandia es el país que tiene el menor índice de fracaso escolar, y la clave de su éxito se encuentra precisamente en su profesorado. El profesor en Finlandia goza de un gran prestigio y reconocimiento social y para acceder a esta profesión hace falta superar un difícil proceso selectivo, que sólo consiguen el 10% de los candidatos. En las aulas finlandesas no existen problemas de disciplina. Además la enseñanza es mucho más práctica en general que aquí y los alumnos no tienen que realizar deberes en casa. En Finlandia nadie tiene que acudir a clases particulares y son los propios centros educativos los que facilitan profesores de apoyo para aquellos alumnos que tengan dificultades para seguir las distintas asignaturas.
Esto, evidentemente, no es Finlandia, ni nuestros profesores son como los finlandeses. Aquí, en general, cualquier persona que haya estudiado magisterio u obtenido cualquier licenciatura puede acceder a la docencia sin mayor dificultad. Además, la enseñanza es un trabajo relativamente sencillo, medianamente bien pagado y con unas vacaciones envidiables: dos meses en verano más las correspondientes de Navidad y Semana Santa. Total, un auténtico chollo. A cambio sólo hay que cumplir un horario, bastante relajado por cierto, e impartir las clases. A ningún profesor se le exige que sea un buen profesor, ni ninguno perderá su trabajo por ser un mal profesor, es decir por no conseguir que sus alumnos entiendan y aprendan su asignatura. El ser un buen o un mal profesor depende de ellos mismos, de su vocación, su dedicación y su preocupación por los alumnos. Es cierto que hoy en día, al igual que siempre, hay magníficos profesores, auténticos vocacionales que con su dedicación, a veces sacrificando su tiempo de ocio, consiguen que los estudiantes no sólo aprendan y aprueben su asignatura, sino que incluso muestren un verdadero interés por la misma y disfruten de las clases. Pero no es menos cierto que también hay muchos profesores que se limitan a impartir sus horas de clase y que no se preocupan en absoluto de si los alumnos entienden y aprenden su asignatura.
Cuando se habla de fracaso escolar, creo que deben tenerse en cuenta todos los factores que lo motivan: planes de estudio en continuo cambio, alumnos indisciplinados e irrespetuosos y profesores incompetentes. Se oye constantemente que los profesores se quejan de sus alumnos, de que no prestan atención a sus explicaciones, de que carecen de disciplina. Sin embargo, nosotros, los estudiantes, también tenemos derecho a quejarnos de nuestros profesores y estaría bien que pudiéramos evaluarlos como ellos hacen con nosotros. Quizá ha llegado el momento de reivindicar unos profesores como los de Finlandia.

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