Me gusta husmear, hurgar, cotillear…en tuentis ajenos y en aquellos en los que había un test personal con millones de preguntas en los que la gente contesta desde su color favorito hasta el día en que perdió la virginidad, he podido observar que si no son todos, casi todos mis contactos (el término amigo me parece excesivo), y supongo que el resto del planeta también, sufre un temor increíble a la soledad. Como humanos, nos diferenciamos del resto de los seres vivos por necesitar el afecto, el cariño y el amor de otras personas, y buscamos incondicionalmente el amor de nuestra vida con el que poder envejecer y decir: no estoy solo.

Pero, ¿realmente existe esa persona con la que compartir tu vida y a la que amar siempre?

La gente tiende a aferrarse a personas que muchas veces no les dan la felicidad, pero esperan, esperan y vuelven a esperar a que esas relaciones sin pies ni cabeza den un vuelco, por lo que el famoso dicho mejor solo que mal acompañado no es a menudo aplicable a un número considerable de gente ya que la verdadera enemiga de la sociedad parece ser la soledad. Todo el mundo ha tenido alguna vez la sensación de estar rodeado pero sentirse realmente solo, no obstante, la soledad podría tomarse a modo de reflexión no como tristeza. Toda aquella gente que ha dejado de ser una sola y lo ha compartido todo durante años con su supuesta alma gemela, se encuentra perdida y desorientada en el momento de la ruptura. Comenzamos a tener “citas” desde una edad muy temprana y hay quien a los treinta y cinco todavía sigue en su busca preguntándose dónde se encontrará…
Tal vez las medias naranjas no sean lo que nosotros entendemos por pareja, tal vez las medias naranjas estén compuestas por esos amigos inseparables que han estado siempre en lo bueno y en lo malo, aquellas personas que sabes con certeza que jamás te abandonarán.

Al fin y al cabo, solo o acompañado, la relación más importante, emocionante, significativa y difícil es la que se tiene con uno mismo y es ésa relación la que debe cuidarse siempre.