Cruda realidad

jueves, 26 de marzo de 2009


Hoy en día, son muchas las personas que deciden tomar todo tipo de medidas (consumo de drogas, operaciones, dietas...) para cambiar su aspecto físico, creyendo así que se sentirán mejor consigo mismas y que, de ese modo, mejorarán como persona.
Sin embargo, cuando nos miramos al espejo, ¿lo hacemos para ver cómo nos ven los demás? ¿o para ver si el espejo nos devuelve la imagen que tenemos de nosotros mismos?

En muchas ocasiones, alguien que no está pasando por una buena situación y que, debido a ello, la relación que tiene con las personas cercanas a ella se tensan, en los momentos que parece que todo lo que le rodea toma un rumbo que nunca habría deseado que tomara, siente impotencia ante su realidad, creyendo que lo que está viviendo es pura ficción. En esta circunstancia, probablemente, le resulta desconocida la imagen que le devuelve el espejo al mirarlo. Es por ello que, podría decirse, que hay espejos en los que queremos reflejarnos; hay otros en los que uno ve lo que tanto lo que quiere ver como lo que no quiere; y también hay espejos en los que no queremos mirarnos, en los que uno no se reconoce.

No obstante, en el caso de que la persona reflejada en el espejo no se sienta conforme con lo que ve, no gana nada rompiéndolo o intentando modificar la imagen. La lucha contra el espejo es una pelea perdida de antemano, sin sentido. De cualquier manera, es opción de cada uno elegir lo que quiere ver en el espejo: puede ver ese rasgo que detesta o esa bonita sonrisa.

Alguien que no se encuentra a gusto consigo mismo, que siente que no está actuando como lo haría si siguiera sus ideales y se mostrara al mundo tal cual es, enfrentándose a los problemas que se le plantean, no es posible que mediante el hecho de culpar a alguien o algo de su actual estado, por mucho empeño que le ponga, consiga cambiar su situación si no se responsabiliza y hace todo lo posible por dar fin a ese problema. El espejo no miente, nos muestra las cosas tal cual son; lo que tenemos, y también lo que más nos falta.

Hace falta mucho coraje para mirarse al espejo y aceptar lo que vemos. Es por esto que, a pesar de que a lo largo de la vida no sólo vamos a tener momentos de felicidad, todas las experiencias son útiles y necesarias de recordar porque, por muy difíciles que resulten de asimilar y superar algunas etapas, el hecho de ser capaz de buscar una solución para dar fin a un problema nos hace mejorar como personas y tener más vivencias y recursos; debido a esto, evidentemente, resulta necesario ser capaz de aceptar la realidad tal cual es y en el caso de no ser de nuestro gusto, hacer lo posible por cambiarla, pero querer engañarse a sí mismo creyendo que no existe problema alguno y que la imagen que se refleja en el espejo no es real, sería caer en un error. No existe un espejo que nos muestre lo que queremos ver, sólo hay que mirarse y aceptar lo que vemos, porque eso, nos guste o no, es lo que somos…

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