Despierta

domingo, 15 de marzo de 2009




Abre los ojos, sé valiente. Lo mejor habría sido esconderse y alejarse de todo, porque, sinceramente, es lo más fácil. Pero no, aquellos cuerpos, destrozados por la explosión, nos avisan que los próximos podemos ser nosotros.

Ahora bien, imagínate una vida sin ellos. Es difícil ver la importancia de cada uno de esos seres en la sociedad, hasta que ese alguien es la luz que te guía, el sol que hace que cada mañana todo tenga sentido. Ahí es cuando uno se da cuenta de que por muy feliz que sea, el mundo puede venirse abajo en cualquier instante. Por tanto, ¿podemos decir que algo nos pertenece?

Muchos pensarán que en este mundo de lo único de lo que podemos asegurar que somos dueños es de nuestra vida. Aún así, en este mundo no tenemos nada, ni siquiera a nuestros propios cuerpos. Una familia puede perder en cualquier momento a un miembro simplemente porque decidió ir al trabajo en metro y pusieron una bomba en su mismo vagón o, por el contrario, porque quiso sorprender a su mujer comprándole un ramo de flores y de camino a la floristería recibió un balazo que acabo con su vida, para siempre.

Muchas veces, de hecho la mayoría, las víctimas se eligen al azar. El destino, desgraciadamente, les conduce hasta esa tenebrosa caverna de la que nunca podrán escapar. Los asesinos no buscan una presa en concreto, solamente pretenden matar y si se puede asesinar a una multitud, mejor que mejor.

Cuando los cadáveres se encuentran en el suelo, a la vista de cualquiera, resulta un hecho impactante. Nos sentimos vacíos, con la sensación de impotencia recorriendo cada recoveco de nuestro cuerpo, ya que nada puede hacerse para que estos pequeños ángeles vuelvan a iluminarnos, a darnos ese calor que nos impulsaba a seguir adelante para formar un futuro tan real y tan perfecto que en un solo instante se ha esfumado, como cenizas tras una ráfaga de viento.

¿Y ahora qué?

Si la policía encuentra a los culpables, serán condenados pero en un par de años volverán a las calles con una meta clara: matar. De este modo, cada vez a más familias se les arrebatará algún ser esencial para su supervivencia y, por consiguiente, habrán dejado vivas a las personas que compartieron buenos y malos momentos con el cadáver. Pero éstas estarán muertas por dentro.


¿Todas las lágrimas derramadas por estas muertes no son suficientes para que los castigos sean mayores?

0 comentarios: