Hace un par de semanas tuve una discusión un tanto polémica con unos amigos: como actuar ante la insensatez de un niño que te hace frente.
Una cosa llevo a la otra, y terminamos discutiendo como se debería de educar a los niños. Es verdad que en los colegios el contacto entre profesores y alumnos está terminantemente prohibido, pero dentro de casa la situación es completamente distinta. Según la ley, se le puede dar un golpe a tu hijo siempre y cuando no se deje marca: ningún corte, lesión ni moretón.
Según esta ley, uno puede golpear en innumerables ocasiones a un niño sin que rompa la ley, por lo que sus acciones son completamente legales y no se le puede acusar de nada. Por este mismo hecho, actualmente se está discutiendo la modificación de ella, prohibiendo así por completo "el derecho a pegara los hijos".
Esta noticia debería de alegrarnos, y estando yo en contra del uso de la violencia de tal forma, aun más. Pero las constantes preguntas y críticas de los demás a ese cambio me hicieron reflexionar.
Piensa en esa hipotética situación en la que necesites hacerle callar a un chillón que no para de llevarte la contraria, en la que no consigas levantar a tu hijo del suelo del parque, en el que se dirige corriendo hacia la carretera digas lo que le digas... Hay infinidad de situaciones en las que necesitas hacerle ver al niño que tú eres quién mandas, y que si no cumple las órdenes que le impones nada le librará de tu furia. Pero, ¿cómo se la muestras? Un grito sólo haría que también él respondiese de la misma manera y que cada vez te tuviera menos respeto.
Y solamente por ese caso, se ve necesario el uso de la fuerza ante la desobediencia del hijo.
Con todo ello, lo que me viene a la cabeza es lo siguiente: cuando llegue a ser padre, ¿como tendré que educar a mis hijos? ¿Conseguiré hacerles ver que soy yo quien manda o tendré que rebajarme a cumplir sus peticiones? Espero que no, espero que para entonces me vea lo suficientemente seguro de mí mismo para llevar a cabo el papel de padre y tutor.
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