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martes, 31 de marzo de 2009

“Cariño, te está destrozando el cerebro”, “¿Eres tonto?, ¿No ves que lo único que consigues es acabar con tu propia vida tío?, “No consumáis drogas, afectan al sistema nervioso central y a las funciones cerebrales, produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el juicio y las emociones” Oímos este tipo de comentarios continuamente por parte de madres, padres, amigos, amigas, profesores...si, escuchamos atentos hasta que la información, al parecer mal procesada a nuestros cerebros, se nos olvida en cuestión de minutos, y se puede dar prueba de ello, porque a la vuelta de la esquina de tu casa puedes ver un adolescente metiéndose una raya con poca intención de disimulo.

Según los científicos, los jóvenes son más vulnerables que los adultos y ancianos frente a las dependencias del tabaco porque las regiones del cerebro que controlan los impulsos no están totalmente desarrolladas a estas edades, pero a mi forma de ver, yo creo que esto abarca un campo mucho mayor, y sin intención de criticar lo probado hasta ahora por la ciencia, creo que el desarrollo psicológico tiene mucho que ver con la adicción y más aún en los adolescentes. Pero no por ello se debe caer en el error de que solamente los de una clase social baja pueden llegar a ser drogadictos o que éstos ocupan el ranking de la lista, ya que el fenómeno de la drogadicción no es exclusivo de un grupo social, económico o cultural concreto sino que afecta a toda la sociedad y cuando digo a toda, es A TODA.

Y la pregunta una vez más es, ¿qué lleva a las personas a consumir drogas? En principio, el hecho de consumir drogas corresponde a un afán de huir de la realidad porque las drogas proporcionan salir de ese laberinto sin salida, un desahogo temporal, un consuelo imaginario, una vía de escape frente a todo tipo de problemas, lo cual lleva al drogadicto a buscar ilusiones bajo cualquier circunstancia que se muestre digamos difícil, o al parecer, sin salida. Pero también los hay quienes se inician en el mundo de la droga “simplemente” por curiosidad, por experimentar sensaciones nuevas ante el aburrimiento o incluso el sin sentido de la vida donde la droga se presenta como una opción atractiva.

Lo peor de todo, y de lo que precisamente los drogadictos no se dan cuenta o no quieren admitir, es que los efectos de las drogas son generalmente ilusorios y que de un estado de euforia viene una frustración incluso mayor que la sufrida antes de consumirlas, lo que lleva a la persona, lógicamente, a recurrir a la droga una vez más y así, sucesivamente.

Cabe decir que la drogadicción no tiene consecuencias negativas únicamente en las personas que las consumen sino que también se ven afectadas los que les rodean, especialmente las personas más cercanas y por ello, no es solo la vida del drogadicto la que está en juego. Por esta razón creo que, no prevendremos la drogadicción simplemente prohibiendo la droga o controlando su distribución y lo que realmente necesario es que toda la sociedad se comprometa a reconstruir una nueva sociedad o una sociedad donde al menos se dé importancia a los valores realmente importantes y fundamentales.

Así que si todo esto no ha servido de nada, espero que al menos nadie quiera vivir con una fatiga constante o quejándose acerca de la salud o perder el brillo de los ojos, ni sufrir cambios rápidos de humor, ni carecer de amor propio, ni perder la comunicación, y por supuesto, espero que nadie quiera morir por el síndrome de abstinencia o por cáncer de boca, ni tener que lanzar su último suspiro al aire por un tabique nasal completamente destrozado...porque estas geniales consecuencias son las sufridas por los drogadictos, personas que destrozan su vida por no poder salir de la esclavitud en la que viven a diario.

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