LA OBESIDAD INFANTIL

jueves, 15 de enero de 2009


Los medios de comunicación desde hace unos cuantos años nos vienen alertando sobre el problema de la obesidad infantil. Sin embargo, parece que este aviso no ha servido para solucionar o tan siquiera mejorar el tema, ya que el número de niños afectados no hace más que crecer, de tal forma que ya en la actualidad se ha alcanzado una cifra verdaderamente alarmante. Los altos índices de colesterol no afectan únicamente a los adultos y los pediatras se ven obligados a tratar dolencias que hace unos años no podían ni imaginar. Los expertos en la materia ya empiezan a pronosticar que estos niños obesos pueden llegar a ser adultos con grave riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

La creciente obesidad infantil obedece principalmente a dos causas: mala alimentación y poco ejercicio físico. Respecto al primero de estos aspectos, la culpa la tiene el exceso de grasa de cierto tipo de alimentos, especialmente la bollería industrial y la comida basura, tipo hamburguesa. En relación con el segundo de los factores citados, los niños actuales realizan mucho menos ejercicio físico del que sería conveniente para su salud. Aunque en los centros escolares los niños tengan clase de gimnasia e incluso realicen alguna actividad extraescolar de carácter deportivo, lo cierto es que nuestros pequeños se pasan las horas muertas delante de la televisión o el ordenador, en lugar de jugar en la calle con los amigos, corriendo, saltando y divirtiéndose, como se ha hecho toda la vida.

A la vista del problema y de las graves consecuencias que puede tener para el futuro, sobre todo en materia de salud, es urgente encontrar una solución lo más rápidamente posible. A primera vista no parece que esto sea tan complicado: bastaría con realizar una dieta sana y más ejercicio físico. Sin embargo, en la práctica parece que no resulta tan fácil. Llevamos años oyendo esta receta y el problema lejos de mejorar, empeora. Los padres deberían ocuparse de que sus hijos tuvieran una alimentación sana y equilibrada y de que sustituyeran las sesiones de play station y televisión por la práctica deportiva. Ahora bien, si los padres no son capaces de cuidar de la salud de sus hijos, quizá tengan que intervenir las instituciones, como en el caso del tabaco. A lo mejor habría que controlar la venta de alimentos con grandes cantidades de grasas o incluir, como en los paquetes de tabaco, el correspondiente mensaje de que es perjudicial para la salud e incluso puede matar. También debería impedirse a toda costa que los niños pasaran tanto tiempo sentados y embobados delante de la tele o el ordenador. Está en juego nuestro futuro.

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