En una única palabra

domingo, 11 de enero de 2009

Un tema bastante común en nuestra sociedad es el del amor. Amores enamoradizos, amores olvidadizos, clandestinos, platónicos, amores sumamente románticos, protegidos, sufridos, amores de una sola persona y amores de dos personas. Y aunque la diferencia entre ellos sea claramente abismal, todo ello es amor. Pero no quería hacer una extensa y dilatada reflexión sobre el amor en sí, ya que estoy segura de que saturaría el cerebro a muchos de los que leáis esto a mitad de folio.

De lo que quería hablar era de ese amor que perdura y que se prolonga hasta el final de dos vidas o en muchas ocasiones, de una sola vida. Y todo esto proviene de una conversación que escuché el otro día de camino a casa. Una pareja de ancianos caminaba junto a su nieto cuando éste le pregunto al hombre: -Abuelo, esta noche he dormido mal y he pasado mucho miedo. A lo que el abuelo le contestó: -Tranquilo cariño. Cuando la abuela tiene pesadillas yo lo que hago es cogerla de la manita para que sepa que estoy ahí con ella y le digo cuánto la quiero para que no tenga miedo. Así que ven y coge mi mano y ya verás cómo no pasará nada. El niño, sonrió y pareció como si de repente todos sus temores se hubieran desvanecido.

Sinceramente me quedé muy sorprendida, pero ante todo conmovida y emocionada por la brillante escena que acababa de contemplar. Fui capaz de percibir algo así como un amor inacabable e infinito y no por ello menos intenso. Muchos de nosotros pensamos que las cosas que son para siempre no existen y de ahí la frase de “nada es para siempre”, pero en cuanto escuché las palabras de aquel enternecedor anciano, mi esperanza renació y ahora más que nunca creo y es más, se que hay cosas que perduran para siempre.

Admiro y aprecio a esas personas que son capaces de ofrecer su cariño y amor por el resto de sus vidas y que se entregan a esa vida para siempre. Por eso se que el mundo no está tan lleno de egoísmo y maldad como a muchos les oímos comentar y que siempre, a pesar de todo, quedará algo que nos confunda y nos haga reflexionar porque como dice la canción “somos de colores y no tenemos ni nombre”. ¿No creéis que si el mundo fuera tan apoteósico y maldito careceríamos de esperanza? ¿Y no pensáis también que si nosotros no fuésemos tan negativos y macabros todo iría un poquito mejor? Bien, pues sin ninguna intención de movimiento hippie creo que todo esto se resume en una única palabra: Amor. Para alegría de todos -o así debería ser al menos- siempre permanecerá entre estas cuatro paredes en las que al fin y al cabo, nos conocemos todos y en el que la historia no sabe de otra cosa que no sea aliteración o paralelismo.

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