¿Hasta cuándo?

jueves, 29 de enero de 2009



El cáncer de cuello de útero es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres de 15 a 44 años. No es de carácter hereditario y siempre está causado por el Virus del Papiloma Humano. Sin embargo, la mayoría de las infectadas con el virus no desarrollará el cáncer ya que en el 90% de los casos se elimina de forma natural. De todas formas, si bien el 40% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de cuello de útero tienen entre 35 y 54 años, la mayoría de ellas entraron en contacto con el virus cuando eran jóvenes, entre los 16 y los 25 años.

En la actualidad, afortunadamente, existe una vacuna para prevenir este tipo de cáncer, aunque tiene un grave inconveniente: su precio. La vacuna se administra en tres dosis que cuestan en total alrededor de quinientos euros. Por esta razón hubo en su día una gran polémica, fundamentalmente entre los médicos, sobre si la sanidad pública debía asumir el coste y vacunar a toda la población femenina expuesta al virus. Los ginecólogos, evidentemente, defendían la conveniencia de administrar la vacuna con carácter general a todas las adolescentes y jóvenes. Otros colectivos médicos, en cambio, opinaban que este tipo de cáncer no está muy extendido en esta zona y que, por tanto, el gasto resultaba excesivo y que era mejor dedicar esos recursos económicos a la investigación o prevención de otras enfermedades más comunes.

Las autoridades sanitarias optaron por una solución intermedia: decidieron vacunar a las niñas a la edad de 11 años en los centros escolares. Respecto al resto, la que quiera prevenir la enfermedad deberá pagar la vacuna de su bolsillo. ¿Es ésta una solución justa? Yo creo que no, porque hay una gran parte de la población femenina que ha quedado desprotegida frente a la enfermedad, en concreto, todas aquellas personas que el pasado año superaban la edad de 11 años. Salvo que puedan y estén dispuestas a pagar la cantidad de 500 euros.

En mi opinión, si la mayoría de las mujeres entran en contacto con el virus entre los 16 y los 25 años, habría que vacunar, al menos, a todas las jóvenes menores de dicha edad. Si la sanidad pública no puede asumir ese coste, la solución no debería ser administrar la vacuna solamente a una parte de población expuesta, sino intentar que un porcentaje del precio sea pagado por las beneficiarias, en función de sus posibilidades económicas. No es lógico ni justo que todas las niñas de 11 años reciban la vacuna gratuitamente, aunque su familia tenga dinero de sobra para pagarla y, en cambio otras de 12, 15, o 20 años deban quedar expuestas al riesgo de contraer el virus, y consecuentemente el cáncer de cuello de útero, porque sus familias no pueden permitirse pagar la cantidad de 500 euros. ¿Hasta cuándo permitiremos que únicamente los que disponen de recursos económicos puedan beneficiarse de los tratamientos médicos más avanzados?

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