
-¿Qué te ocurre cielo?
-Sabes que detesto la Navidad. Echo de menos una familia que me dio la espalda. Me siento apenada y atribulada.
-Acércate a mí y pega tu cara a la mía. Deja que mis ojos enfoquen ese mundo de humo de colores. Humo repleto de sueños y cantos de sirena.
-¿Dónde aprendiste tanta palabrería?
-Eso ahora carece de importancia. Sabes que siempre me gustó regalar tu oído y tu gran corazón. No pienses tanto cariño porque pensar es nefasto para la salud, bombas de la memoria. Eres hermosa y joven. Aprovecha el momento y tómate una copa conmigo estas Navidades, es Rioja.
Él sonrió tímidamente y con un guiño de ojo y una leve caricia en la mejilla consiguió toda meta propuesta, como siempre lo hacía. Ella se dejó arrastrar por su viva y profunda mirada y por su incansable sonrisa y se echó a sus fuertes brazos mientras iba adentrándose en su cuerpo, solo unos segundos antes de que comenzara a besarlo y a desnudarlo a su antojo.
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